Cuando hay nubes, los colores cambian y las olas no son nunca las mismas. Las nubes que vienen de muy lejos desperezan mis pensamientos y agitan algunos de mis recuerdos. Pero luego se lo llevan todo como si fuera algo muy, muy ligero.
Las nubes, al pasar por encima de mi barco, me traen la vibración dolorosa de alguna tristeza vieja o la punzada de alguna pena que no se de donde viene pero de la que soy culpable. A veces me traen sonrisas y mensajes disfrazados que yo me divierto en descifrar.
Julio Villar ¡ Eh, petrel! cuaderno de un navegante solitario
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