sábado, 4 de julio de 2015

Saludo kayakero en aguas abiertas

En los días tranquilos y cálidos, hay un momento especial en la mañana en que se equilibran los vientos térmicos de tierra y de mar y se produce la calma total.


Aproveché esta mañana la situación, para palear hasta el otro lado de la bahía. 

Me gustan las travesías en las que hay que tomar referencias en el horizonte, pues no tenemos costa que seguir. En este caso no había ninguna complicación, al ser aguas conocidas y la distancia algo menor de cinco millas. 


El paleo en aguas abiertas, donde no llegan los ruidos de tierra, sin viento ni olas, provocan una gran sensación de serenidad. Hay, si cabe, un mayor contacto entre la mar y nosotros. Te desplazas sin ruido, solo el rítmico chapoteo de la pala al entrar y salir del agua al trazar su giro alrededor de nosotros y el grito de alguna gaviota que nos sobrevuela. Eres parte de todo lo que te rodea.

En la lejanía van apareciendo dos puntos, que enseguida identifico como palistas, por el regular destello de la pala mojada que refleja el sol. Vienen a rumbo encontrado, proceden del lugar al que me dirijo.

Siempre es un placer el encuentro con alguien que comparte tu pasión. No son demasiado frecuentes en estas condiciones, pues tienen que coincidir rumbos y horario.


Me ha dado mucha alegría comprobar que los palistas eran José María y Javier, alumnos de uno de los cursos del año pasado, disfrutando de la navegación. Sirva esta foto de recuerdo. Nos vemos en el agua!

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