Las costas "duras" que tienen pocos resguardo y navegación complicada son atractivas para los kayakistas de mar. Imagino que tendrá que ver con el espíritu de aventura y búsqueda de libertad de estos "locos" palistas.
En litorales acantilados sin espacio para construir auténticos puertos, hay preciosos y escasos rincones aprovechados por los pescadores locales como "refugios" para sus pequeñas embarcaciones, y resguardarlas del embate de las olas. Ellos sí que tienen una vida dura.
Son escapes perfectos para nosotros en caso de tener que salir a tierra. Y siempre tienen un encanto especial.
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