El solsticio de invierno de este año ha sido hace una semana,
concretamente el pasado 22 de Diciembre a las 05:48. Este acontecimiento
natural ha sido siempre una fecha importante para la práctica totalidad
de las culturas humanas, desde el albor de los tiempos. La vida de las
personas, inscritas en el ciclo natural, se ha visto directamente
influenciada por su relación con los astros, ya fuera para la
recolección o explotación del fruto de la tierra, la caza o la
ganadería. Esta influencia continua siendo igual de vigente en los modos
de producción actuales, incluida la industria del turismo.
La inclinación del eje de rotación de la tierra marca el ángulo en que recibimos la radiación solar y esto establece el clima y los ciclos estacionales. Los solsticios son los dos momentos del año en que nuestra estrella particular alcanza una mayor o menor altura aparente en el cielo desde nuestra terrenal perspectiva, y la duración del día o de la noche son las máximas del año, en Junio y Diciembre. Por aquello de que vivimos sobre una pelota, este fenómeno es inverso en cada hemisferio, extremándose a nivel de los polos, en uno no saldrá el sol y en el otro no se pondrá.
Cada año varía el momento de los solsticios, pues la órbita de nuestra querida pelota alrededor del sol se completa cada 365 días y cuarto aproximadamente, así que hay variaciones respecto a un calendario estándar de 12 meses. Por eso compensamos con un año bisiesto cada cuatro. Aún así no se ajusta del todo. Toca en 2016.
La humanidad ha controlado esta cuestión desde siempre, pues es muy sencillo, solo basta con medir la altura del sol sobre el horizonte, y se puede hacer con medios muy rudimentarios. La inmensa mayoría de las civilizaciones asocian celebraciones a estos momentos especiales. Los ritos de San Juan o Navidades en las sociedades cuya superestructura se ancla en creencias judeocristianas son herencias de otros muy anteriores. Los humanos no tenemos demasiada imaginación, al fin y al cabo.
Los que practicamos actividades en el medio natural, vivimos de una manera diferente estas cuestiones, ya sea porque nos afectan más directamente o por la inevitable sensibilidad al clima que desarrollamos. En la mar, el progresivo alargamiento de las horas de sol es motivo de alegría diaria para los palistas fotoactivos como yo. Es por ello, que en mi opinión, el solsticio de invierno es un acontecimiento a celebrar por aquellos a los que nos pilla la puesta de sol en el agua muchas veces, especialmente en invierno, por la temprana hora en que se pone (sería peor aún, si no tuviéramos corrección horaria sobre nuestro huso).
Hoy
en Cádiz, puesta de sol sobre el horizonte marino a las 18:19 mañana a las
18:20, pasado mañana a las 18:21…….. que bueno.
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